Azul borroso, te veo
nítidamente.
Abro los ojos, ya no está. Siento un pinchazo y me atraganta
el aire. Ya no está. Los pensamientos suenan con fuerza, presionándome el
cerebro, sin distinguir palabras. Ya no está. No está ni siquiera en mi cabeza,
el azul borroso se ha ido disipando, dejando paso a la nada.
Azul borroso. Como una pestaña que viaja volando tras ser
soplada. Motas de polvo suspendidas en el aire, en la quietud de una tarde de
verano. El reflejo de una pompa de jabón en la mirada de un niño. La curva
sinuosa de una sonrisa ausente.
Pero ya no está. Una sombra detrás de ti, allá donde vayas
te oprime y hostiga. Se esconde en el humo de tu mirada. En la mano que te
arroja. En el aleteo furtivo de una nariz poseída por la cólera. Ya no está.
Surge un destello de esa luz que no quiere dejarse ver. Se
transforma en un golpe seco que parece conducirte a lo más hondo. Pero ese
lugar, sin embargo, no es otro que la cumbre más elevada, el punto más alto y
etéreo.
Intento alcanzarlo...
Azul borroso, ¿estás ahí? Las lágrimas de mis ojos impiden
mi visión.
Me encantan tus microhistorias, sugerentes, llenas de resonancias y abiertas a distintas lecturas. Sigue así, chica. Lo haces muy bien.
ReplyDeleteClaribel